No soy común y corriente 1.0

Se han preguntado por qué Pedro en Mateo 14, 22—33 fue el único que se bajó de la barca, porque fue él arriesgado, osado y aventurero que decidió salí del lugar de comodidad, que toda su vida le había brindado seguridad. Él era un pescador, y no hay ningún pescador que prefiera pescar fuera de la balsa, prefieren estar adentro y de ahí traer los peces a ella. 
Este osado hombre, llamado Pedro, se bajó de la barca porque decidió experimentar, no como en un laboratorio, si no de vivir, sentir lo que Jesús vivía al estar sobre las aguas. Yo no sé si usted se ha imaginado la cara de asombro de los que estaban viendo a Jesús al estar sobre el agua. La biblia no describe si estaba sin tocar el agua, yo quiero creer que tocaba las aguas, que caminaba, no que flotaba, es decir que sus pies estaban mojados, sentía como el agua se metía entre sus dedos, como el agua golpeaba su ropa, y aun así no había que pudiera causarle temor de hundirse.
Asimismo lo experimentó Pedro, se bajó y sintió el agua, se le mojaron sus sandalias, sintió el agua golpeando su ropa, cómo es eso que en vez de hundirse, sienta que hay un piso que le da seguridad. Entonces qué lleva a un hombre común y corriente, en el sentido de su vida regular, a ser capaz de bajarse de una barca, pisar las aguas, caminar sobre ellas y no hundirse. 
 Dos momentos del cielo 
 Existen dos momentos que son del cielo por ser particulares sobre varios hechos. 
 El primero tiene que ver con el hecho de haberse bajado de la barca. Se bajó piso el agua, se le mojaron los pies y comenzó a caminar hacia Jesús. Pedro, hombre adulto ya, estaba caminado como los primeros años de su vida, dando pasos lentos, como si fuera un bebe de un año comenzando a dar sus primeros pasos. Impresionante es que Pedro haya logrado lo que nadie sobre la tierra, caminar sobre el agua, se convirtió en el primer pescador que en vez de nadar, que en vez de navegar en una balsa, caminó sobre las aguas. 

 ¿Qué pasó ahí, por qué lo logró, será mejor hombre que yo? 

El reino de Dios es para los valientes, de aquellos que arrebatan (Mateo 11,12 Desde los días de Juan el Bautista hasta ahora, el reino de los cielos sufre violencia, y los violentos lo arrebatan), que son osados que son capaces de ir en contra de todo lo común, lo natural; qué impresión lo que fue capaz de hacer solo por quedarse viendo a Jesús (Hebreos 12,2 puestos los ojos en Jesús, autor y consumador de la fe). Sin embargo, en los Salmos, dice que Él nos mostrará el camino, Pedro lo vio y pudo seguirlo. (Salmo 32,8 Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; Sobre ti fijaré mis ojos.), así seremos capaces de llegar hasta vencer lo que siempre habíamos creído imposible. 

 El segundo momento del cielo es cuando se comenzó a hundir. Se preguntarán cómo un momento de sufrimiento o de agobio puede ser del cielo. La respuesta radica en que se vence su ser y actúa el de Dios. No sé habrán preguntado si Pedro sabía nadar. Yo creo que sí, era un pescador, no he conocido el primer pescador que no sepa nadar. O quien se atrevería a salir a pescar, en la incertidumbre de las aguas sin saberlo hacer. Si es así entonces porque Pedro empezó a gritar cuando se empezó a hundir. No creen que lo que hubiera hecho, lo "común y corriente" sería haberse devuelto a la barca nadando. Será que Pedro nunca en su vida de pescador se había caído de la barca, y le había tocado nadar de nuevo hacia ella. 

Entonces la pregunta es porqué reaccionó así. Les voy a decir mi opinión, ustedes podrán pensar otras, pero para mí, esto es lo que ocurrió: Pedro dejó de ser Pedro en el momento que se bajó de la balsa, y se convirtió en Jesús, Pedro asumió todo lo que Jesús les había dicho que serían capaces de hacer. Pero cuando vio la tormenta, volvió a pensar como Pedro, volvió a ser él, y perdió eso que había adquirido por un instante… 

El momento cuando Pedro caminó sobre las aguas, representa nuestra vida diaria. Cada día debo levantarme y viendo a Jesús debo bajarme de la balsa. Y con los ojos puestos en Él caminar sobre los imposibles de mi vida. Llegará un momento donde me desenfoque, y ahí me comenzaré a hundir, y ahí de nuevo deberé clamar a Jesús para que me rescate, cada día es una bajada de la balsa, cada día es una nueva bajada. Pensábamos que eran momentos aleatorios en nuestra vida, y no, es cada día, porque Jesús nos llama. Por eso sí te estás hundiendo grita a Jesús, llámalo. Vendrá en tu rescate.

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